domingo, 13 de enero de 2013

Contra la actual epidemia de obesidad



La actual epidemia de obesidad que se está dando actualmente en el mundo desarrollado, obedece sin duda a una desadaptación del hombre con su entorno más cercano. Vivimos en un mundo en el que cada vez se tiene menos necesidad de realizar una actividad física intensa (no desplazamos en  automóvil, los trabajos cada día tienen un menor componente de esfuerzo físico y en el hogar disponemos asimismo de un sinfín de electrodomésticos que facilitan todas nuestras tareas. El ordenador, con Internet y las redes sociales favorecen el contacto con nuestros familiares y amigos y ya no tenemos que desplazarnos con tanta frecuencia para mantener el contacto con ellos. Por otra parte, la comida nunca ha sido tan abundante y fácil de conseguir. Basta con acudir a cualquier comercio de alimentación para darnos cuenta de que tenemos a nuestro abasto una cantidad y variedad de comida como nunca antes ha ocurrido en la historia de la humanidad. La consecuencia de todo ello se deja sentir muy a nuestro pesar. Nunca ha sido tan fácil engordar como ahora,  y de ello dan fe las estadísticas que dicen que el porcentaje de personas con obesidad y sobrepeso no hace sino aumentar de año en año, al menos en lo que respecta el mundo occidental y desarrollado. Ya no se salvan ni los niños, grupo de población que por sus especiales características debería ser preservado a toda costa de esta maligna epidemia.
La obesidad, y en menor medida el sobrepeso, no solo resultan molestos antiestéticos como piensa la gran mayoría sino que además constituyen una puerta abierta a todo tipo de trastornos metabólicos como la diabetes, la hipertensión, la gota, los problemas cardiovasculares, y un largo etc, por no hablar de que también predisponen a padecer ciertos tipos de tumores malignos. Pero que no cunda el pánico porque no trato de asustar a nadie ya que el estrés tampoco ayuda en este tema. Por el contrario lo que pretendo con NUTRIESSENTIAL es tratar de combatir este problema tan extendido. Y no solo me preocupa el tema de la obesidad, sino que en general, pretendo ayudar al público a adoptar un estilo de alimentación más saludable tratando también otros temas que pueden tienen relación directa con la alimentación, por ejemplo ciertas deficiencias dietéticas que también son bastante prevalentes entre la población (hierro, yodo, calcio, ciertas vitaminas, etc).    
Pero volvamos al tema que hoy nos ocupa. En general se tiende a creer que se engorda porque se come en demasía. Y aunque esto en términos absolutos resulta cierto, la realidad es que basta con un mínimo exceso diario de calorías para ir acumulando peso de forma inmisericorde. Se sabe que para engordar un kg de grasa corporal, se necesita un exceso energético de unas 7.200 kcal aproximadamente. Dicho así, parece muchísimo, pero si nos ponemos a contar, resulta que tomando tan solo 50 kcal de más al día (aproximadamente el valor energético de un yogur desnatado), en un año acumularíamos  unos 2.5 kg  (50x365/7200) de exceso de peso. En 10 años, se convertirían en 25 kg. Dicho lo cual, cambia la perspectiva porque los números hablan por sí mismos.
La solución definitiva al problema de la sobrealimentación,  obviamente no pasa por permanecer toda la vida a dieta, por lo menos tal y como en general se entiende hacer dieta: comer cosas absolutamente insípidas y sin gracia, abandonando completamente el placer y el gusto por la comida. Esta, a mi juicio, debe ser otra: aprender una nueva forma de alimentarnos, en las que los platos con pocas calorías no estén reñidos con nuestro paladar y con nuestra satisfacción. Para conseguir este fin debemos utilizar todas las herramientas de las que dispongamos: desde los utensilios de cocina que hacen posible disminuir notablemente e incluso eliminar las grasas en la elaboración  de nuestros platos (robots de cocina, todo tipo de sartenes y ollas antiadherentes, moldes de silicona, etc), toda clase de productos bajos en grasas y azúcares, principalmente lácteos, que nos ofrece el mercado, no temer la utilización de los edulcorantes acalóricos o hipocalóricos para los postres y platos dulces, y sobretodo utilizar la imaginación, que puede y debe ser nuestra arma más poderosa.
Hay que perder el miedo a innovar y a hacer cosas diferentes, aunque no por ello debamos olvidar nuestras raíces mediterráneas, que son la base de nuestra cocina. En este aspecto,  también Internet, puede se un instrumento de gran utilidad, ya que existe multitud de recetas sabrosas y que no están cargadas de calorías innecesarias, en páginas web, foros y blogs, muchas de ellas ideadas por gente normal y corriente,  que ha hecho de la necesidad virtud, y que nos las ha regalado para nuestro disfrute.

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